La semana pasada nos tocó vivir  una conocida experiencia totalmente parte de la maternidad, pero nueva para mi. Tuve que lidiar con una situación que se da habitualmente entre los niños en una determinada etapa y por otro lado, me sirvió para confirmar que el Nido que escogemos para nuestros hijos es un lugar importante, que se vuelve nuestra segunda casa  y en el que me siento cada día mas contenta no sólo por lo felices que van mis hijos sino por el maravilloso grupo humano que lo conforma.

El Viernes recibí una llamada de Susi ( vamos a ponerle así) la profesora de mi gordo, me llamó y me explicó que él y un amigo ( vamos a decir Felipe)  estaban jugando y pasó la clásica que los dos quisieron la misma pieza del rompecabezas, discutieron y en cuestión de segundos Felipe arañó a Lorenzo. A todo esto, le dije » Susi, gracias por llamarme, no te preocupes, entiendo que aveces esas cosas pasan». Ella me respondió: «Si, Mili, nosotras siempre estamos atentas, pero esta vez Lorenzo tiene una marca roja grande en la cara y me importa mucho avisarte antes a que te sorprendas cuando lo veas y él se preocupe también»

Les confieso que esa llamada me dio más tranquilidad que otra cosa, primero por el buen manejo de la situación: Me anticiparon + Me dieron calma + Protegieron a los dos niños + Yo entré sabiendo que iba a ver a mi gordo con una marca grande en la cara + Ya sabía a lo que iba.

Efectivamente, tenía su BUEN arañón. Cuando lo vi, él corrió como siempre y me abrazó. No me dijo nada sobre lo que pasó y yo no le dije mucho, sólo lo cargue y le di un beso ( eso me nació hacer, no quise tocarle el tema ni mover el punto si él aparentemente ya lo tenía digerido por el momento).

Cuando todo esto recién pasó, Susy, consoló a Lorenzo apenas se dio el incidente, valoró que él estuviera molesto y le dijo que cuando algo no le guste hay que decirlo.

Acto seguido, contuvo emocionalmente también a Felipe, explicándole que si algo le molestaba era importante decir » No» y no llegar a hacerse daño. Priorizando en este caso la palabra antes que la acción.

Cuando salimos del nido, la mamá de Felipe, se me acercó y me dijo: » Milagros, mil disculpas por lo que pasó con Lorenzo». Me pareció un gesto sincero y lindísimo. Sobretodo porque situaciones así se dan a menudo con los niños, que por más cuidado extremo que exista son circunstancias que forman parte de la coyuntura de un nido y que también son oportunidades que nos conectan con la posibilidad de ser empáticas, porque algunas veces seremos la mamá del niño arañado o mordido y otras veces la mamá del niño que muerde o del que arañó y nuestro rol será de sostener a nuestro hijo siempre, sea cual sea la posición en la que se encuentre.

Así que aproveché y conversé con Nicole Fiedler, Psicóloga Clínica especializada en Psicología Infantil y me explicó con mayor detalle lo que sucede cuando pasan estas cosas:

El lenguaje de los Niños es limitado, aunque nosotros pensemos que nuestros hijos hablan muy bien, evidentemente recién están empezando a hacerlo y su habla es indudablemente menor a la de un adulto. Por lo mismo, cuando suceden este tipo de situaciones casi siempre se dan a raíz de una frustración, un sentimiento que se desborda más allá de la palabra con la que el niño hoy cuenta.

  1. Idealmente intervenir y anteponer la palabra a la acción. Pero no siempre se puede, porque los niños en segundos pasan por este tipo de emociones.
  2. Darle contención a los dos niños pero explicarle a quién muerde / araña / golpea que eso no se hace. Que entendemos que está molesto pero esa no es la forma de actuar.  Contenerlo emocionalmente ya que él no sentirá bien después de lo que pasó.
  3. Validar a quién fue mordido / arañado / golpeado, diciéndole que entendemos que está molesto por lo que sucedió y que cuando a uno le molesta algo es mejor decirlo ( sirve mucho hacerle el «no» con su manito para lo tengan más claro).
  4. Morder / Arañar / Golpear es natural en la primera infancia y se da a raíz de una desilusión, con la palabra esto se va diluyendo, pero en caso, esta conducta se presente reiteradas veces, hay que observar si no hay un detonante adicional que lo esté generando o alguna situación especial que esté viviendo el niño.

En la noche, antes de acostarlo, puse cuatro gotas de Rescue Remedy Kids en un vaso de agua y se lo di a Lorenzo y aunque ese repaso durante la noche y madrugadas de lo vivido en el día es inevitable, justamente el sistema Floral de Bach hace las veces de reconector de emociones y todo se va alineando poco a poco.

Espero que a más de una pueda servirle mi experiencia para poder manejar lo mejor posible una situación así. Definitivamente, nosotras estamos para acompañar al niño que nos invita a crecer con él.

Un beso

mili

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